Old School Gamer.
¡Saludos!
Mi nombre es Arturo y les escribo desde México
Este espacio va a estar dedicado principalmente a explorar ese maravilloso y extenso mundo que es el de los videojuegos, pero primero, tengo que contarles un poco acerca de mi experiencia personal a fin de que se pueda entender lo que publique en adelante.
Allá por el lejano año de 1990 yo era un niño que no jugaba con juguetes convencionales. Estaba dedicado al modelismo estatico, concretamente a los aviones a escala. Había dejado atrás los juguetes de acción para cambiarlos por aviones de guerra. Y la verdad es que para mi edad y recursos, lo hacía bastante bien. No obstante, en secreto, ansiaba tener un NES. Mis padres veían con horror está clase de entretenimiento a la que eran completamente ajenos y que les resultaba desconcertante e incomprensible. Corrían los rumores de que los videojuegos atrofiaban el cerebro de los niños y los convertían en imbéciles, o bien, les fomentaban la agresividad al ponerlos al mando de simulaciones de tiroteos, peleas y otras situaciones violentas, así que obviamente no eran bien vistos por mis padres.
Sin embargo, acabaron por comprender que un niño debe estar conectado con su entorno. Mis padres siempre fueron personas peculiares, cuando se casaron y hasta que tuve 4 años, no había televisión en casa, pues ellos no la consideraban indispensable. La terminaron comprando para que yo pudiera ver la basura que veían todos los demás niños. Pues pasó un poco lo mismo en esta ocasión. Les estuve insistiendo (tímidamente) hasta que cedieron por las buenas. Y finalmente el día de Reyes de 1990 recibí un flamante Atari 2600.
Esta consola me dejó varios ratos de diversión, pero yo había probado ya antes el NES con familiares y aún desde mi ignorancia podía ver claramente las diferencias entre ambas consolas. Como era un niño apacible, obediente y considerado, no puse ninguna objeción ni hice alusión a que después tendría otra consola. Mis padres cumplieron y eso ya era suficiente.
Año y medio más tarde, cuando cumplía 10 años y nos encontrábamos en una tienda departamental escogiendo mi regalo, me atreví a sugerir tímidamente que me gustaría un NES. Mis padres seguían viendo con desaprobación los videojuegos pensando que no aportaban nada a mi vida más que un entretenimiento vacío. Entonces el vendedor de la tienda al escuchar las objeciones de mi madre, con un movimiento magistral, le sugirió que me comprara un Atari XE, que era al mismo tiempo "una consola de videojuegos y una computadora educativa". De donde sacó eso último no lo sé, pero dió en el clavo. La verdad es que aquel híbrido era decepcionante. No aprendí absolutamente nada de computación y los juegos eran sólo muy muy muy ligeramente mejores que los del 2600. Tal vez le hubiera podido sacar más jugo a la computadora pero carecía de guía para hacer tal cosa. Obviamente también me regaló algunos momentos de entretenimiento pero en conjunto fue una experiencia decepcionante.
Sucedió después que, a finales de aquel año 1991, se empezó a publicar la legendaria revista Club Nintendo, la cual empecé a coleccionar. En aquel primer número, además de estar lleno de reseñas y estrategias de juegos que yo sólo me podía imaginar, anunciaban la inminente llegada de la que sería la consola más poderosa del mercado: el Super Nintendo. Yo simplemente podía ver la información y llorar de manera interna, pues sabía que algo así estaba completamente fuera de mi alcance. Pero seguí coleccionando la revista y estaba al día de las últimas noticias. También hice mi propia revista con reseñas y guías de juegos de Atari 2600 y XE. Me molestaba que no hubiera una publicación equivalente y no ocultaba esa opinión. Pero obvio, en secreto seguía aspirando a tener un NES.
Pero ¿saben una cosa? ¡los milagros pueden llegar a suceder! En la navidad de 1992 yo seguía anhelando tener un NES, y después de mucho joder, está vez con el apoyo de la revista, pensé que finalmente lo iba a obtener. Mi padre fue a preguntar a un vídeo club independiente que estaba a una cuadra de nuestra casa cuanto costaría el aparato, y otra vez nos encontramos con un halcón de las ventas que le dijo algo como "pues le cuesta $400, pero oiga, ese aparato ya va de salida (lo cual era más o menos cierto ya entonces), por que mejor no compra el Super por $250 más, es la mejor consola que hay y tiene los mejores juegos". Yo me quedé helado un segundo. Mis padres no eran personas adineradas, seguro que desembolsar $450 ya era una buena mordida al presupuesto. Y sin embargo siempre han sido generosos con sus hijos, eso es evidente, porque vi a mi padre que en lugar de rechazar la oferta tajantemente, se quedó pensando mientras yo lo veía petrificado. "Esto no va a pasar", pensé. "No puede estar pasando!!! No lo está pensando en serio!!!". Pero si, si lo pensó en serio durante aproximadamente 3 segundos y dijo "bueno, está bien, quiero ese". ¡¡¡Sucedió!!! Lo más improbable y absurdo, mi sueño más oculto, ese que me guardaba de repetirme a mi mismo muchas veces porque no quería frustrarme por no poderlo hacer realidad, bueno, fue lo que finalmente sucedió. No se si alguna vez se arrepintieron de eso. Probablemente no, pues no era frecuente que se cuestionaran si lo que hacían era bueno o malo para sus hijos, como ahora, que le damos mil vueltas a todo. Obtuve un flamante SNES con dos controles y el maravilloso Super Mario World. El SNES si me dio no sólo horas si no AÑOS de entretenimiento hasta el día de hoy. Siempre será mi consola favorita por mucho.
Luego pasó algo extraño. Los videojuegos me siguieron gustando tanto como antes, pero cuando llegó el PlayStation yo no lo compré, pero esta vez ni siquiera hice un esfuerzo por adquirirlo. Todos mis amigos tenían uno y puedo decir que lo jugué extensivamente. Incluso llegué a comprar juegos para PS pero eran para ir a jugarlos con mis amigos. Mis intereses y el dinero necesario para ellos se habían desviado a otra dirección y para siempre.
Cuando llegaron las siguientes consolas, aún menos hice por comprarlas. Las siguientes PlayStation y los Xbox me pasaron de largo por completo. Ya mucho más recientemente, hace unos tres años, conseguí un Wii para mi hijo. Y después un Nintendo 2DS y más recientemente un Switch, pero esas ya son las consolas de el. Ocasionalmente he llegado a jugar algunos de sus juegos, pero en realidad no me inspiran gran cosa, lo hago por convivir con el. Las nuevas formas de juego online o el hecho de tener que descargar los juegos en lugar de comprarlos en una tienda son cosas que me rebasan.
Y bueno, de eso trata este blog: recuerdos, reseñas, anécdotas y nostalgia. La nostalgia de un old school gamer...
Mi nombre es Arturo y les escribo desde México
Este espacio va a estar dedicado principalmente a explorar ese maravilloso y extenso mundo que es el de los videojuegos, pero primero, tengo que contarles un poco acerca de mi experiencia personal a fin de que se pueda entender lo que publique en adelante.
Allá por el lejano año de 1990 yo era un niño que no jugaba con juguetes convencionales. Estaba dedicado al modelismo estatico, concretamente a los aviones a escala. Había dejado atrás los juguetes de acción para cambiarlos por aviones de guerra. Y la verdad es que para mi edad y recursos, lo hacía bastante bien. No obstante, en secreto, ansiaba tener un NES. Mis padres veían con horror está clase de entretenimiento a la que eran completamente ajenos y que les resultaba desconcertante e incomprensible. Corrían los rumores de que los videojuegos atrofiaban el cerebro de los niños y los convertían en imbéciles, o bien, les fomentaban la agresividad al ponerlos al mando de simulaciones de tiroteos, peleas y otras situaciones violentas, así que obviamente no eran bien vistos por mis padres.
Sin embargo, acabaron por comprender que un niño debe estar conectado con su entorno. Mis padres siempre fueron personas peculiares, cuando se casaron y hasta que tuve 4 años, no había televisión en casa, pues ellos no la consideraban indispensable. La terminaron comprando para que yo pudiera ver la basura que veían todos los demás niños. Pues pasó un poco lo mismo en esta ocasión. Les estuve insistiendo (tímidamente) hasta que cedieron por las buenas. Y finalmente el día de Reyes de 1990 recibí un flamante Atari 2600.
Esta consola me dejó varios ratos de diversión, pero yo había probado ya antes el NES con familiares y aún desde mi ignorancia podía ver claramente las diferencias entre ambas consolas. Como era un niño apacible, obediente y considerado, no puse ninguna objeción ni hice alusión a que después tendría otra consola. Mis padres cumplieron y eso ya era suficiente.
Año y medio más tarde, cuando cumplía 10 años y nos encontrábamos en una tienda departamental escogiendo mi regalo, me atreví a sugerir tímidamente que me gustaría un NES. Mis padres seguían viendo con desaprobación los videojuegos pensando que no aportaban nada a mi vida más que un entretenimiento vacío. Entonces el vendedor de la tienda al escuchar las objeciones de mi madre, con un movimiento magistral, le sugirió que me comprara un Atari XE, que era al mismo tiempo "una consola de videojuegos y una computadora educativa". De donde sacó eso último no lo sé, pero dió en el clavo. La verdad es que aquel híbrido era decepcionante. No aprendí absolutamente nada de computación y los juegos eran sólo muy muy muy ligeramente mejores que los del 2600. Tal vez le hubiera podido sacar más jugo a la computadora pero carecía de guía para hacer tal cosa. Obviamente también me regaló algunos momentos de entretenimiento pero en conjunto fue una experiencia decepcionante.
Sucedió después que, a finales de aquel año 1991, se empezó a publicar la legendaria revista Club Nintendo, la cual empecé a coleccionar. En aquel primer número, además de estar lleno de reseñas y estrategias de juegos que yo sólo me podía imaginar, anunciaban la inminente llegada de la que sería la consola más poderosa del mercado: el Super Nintendo. Yo simplemente podía ver la información y llorar de manera interna, pues sabía que algo así estaba completamente fuera de mi alcance. Pero seguí coleccionando la revista y estaba al día de las últimas noticias. También hice mi propia revista con reseñas y guías de juegos de Atari 2600 y XE. Me molestaba que no hubiera una publicación equivalente y no ocultaba esa opinión. Pero obvio, en secreto seguía aspirando a tener un NES.
Pero ¿saben una cosa? ¡los milagros pueden llegar a suceder! En la navidad de 1992 yo seguía anhelando tener un NES, y después de mucho joder, está vez con el apoyo de la revista, pensé que finalmente lo iba a obtener. Mi padre fue a preguntar a un vídeo club independiente que estaba a una cuadra de nuestra casa cuanto costaría el aparato, y otra vez nos encontramos con un halcón de las ventas que le dijo algo como "pues le cuesta $400, pero oiga, ese aparato ya va de salida (lo cual era más o menos cierto ya entonces), por que mejor no compra el Super por $250 más, es la mejor consola que hay y tiene los mejores juegos". Yo me quedé helado un segundo. Mis padres no eran personas adineradas, seguro que desembolsar $450 ya era una buena mordida al presupuesto. Y sin embargo siempre han sido generosos con sus hijos, eso es evidente, porque vi a mi padre que en lugar de rechazar la oferta tajantemente, se quedó pensando mientras yo lo veía petrificado. "Esto no va a pasar", pensé. "No puede estar pasando!!! No lo está pensando en serio!!!". Pero si, si lo pensó en serio durante aproximadamente 3 segundos y dijo "bueno, está bien, quiero ese". ¡¡¡Sucedió!!! Lo más improbable y absurdo, mi sueño más oculto, ese que me guardaba de repetirme a mi mismo muchas veces porque no quería frustrarme por no poderlo hacer realidad, bueno, fue lo que finalmente sucedió. No se si alguna vez se arrepintieron de eso. Probablemente no, pues no era frecuente que se cuestionaran si lo que hacían era bueno o malo para sus hijos, como ahora, que le damos mil vueltas a todo. Obtuve un flamante SNES con dos controles y el maravilloso Super Mario World. El SNES si me dio no sólo horas si no AÑOS de entretenimiento hasta el día de hoy. Siempre será mi consola favorita por mucho.
Luego pasó algo extraño. Los videojuegos me siguieron gustando tanto como antes, pero cuando llegó el PlayStation yo no lo compré, pero esta vez ni siquiera hice un esfuerzo por adquirirlo. Todos mis amigos tenían uno y puedo decir que lo jugué extensivamente. Incluso llegué a comprar juegos para PS pero eran para ir a jugarlos con mis amigos. Mis intereses y el dinero necesario para ellos se habían desviado a otra dirección y para siempre.
Cuando llegaron las siguientes consolas, aún menos hice por comprarlas. Las siguientes PlayStation y los Xbox me pasaron de largo por completo. Ya mucho más recientemente, hace unos tres años, conseguí un Wii para mi hijo. Y después un Nintendo 2DS y más recientemente un Switch, pero esas ya son las consolas de el. Ocasionalmente he llegado a jugar algunos de sus juegos, pero en realidad no me inspiran gran cosa, lo hago por convivir con el. Las nuevas formas de juego online o el hecho de tener que descargar los juegos en lugar de comprarlos en una tienda son cosas que me rebasan.
Y bueno, de eso trata este blog: recuerdos, reseñas, anécdotas y nostalgia. La nostalgia de un old school gamer...
Comentarios
Publicar un comentario